lunes, 2 de mayo de 2011

 El edificio estuvo sin luz toda la mañana y el grupo electrógeno ya no funciona pues han pasado más de cuatro horas. Abre la puerta que comunica a la escalera y cuando la cierra queda completamente a oscuras. Directamente pega su espalda a la pared y se queda quieta, allí. Desprendiéndose con lentitud, perdiendo toda noción, extiende su pierna derecha hasta que bordea el fin del primer escalón. Luego es el turno del brazo, que actuando mediante un recuerdo vago alcanza la baranda. Ahora sí se despega, no sin temor, de la pared y un segundo después la única certeza es el borde que presiente su pie y el frío que siente su mano. El pie y su mano, incluso, y nada más. Como si ella, la pared y lo que hay en el medio fueran un engaño de la luz.

1 comentario:

  1. me encanta lu! me gusta la suspensión y que me haya hecho acordar a cuando me despertaba durante la noche, en mi cama pero dada vuelta, y no encontraba la llave de luz, cómo pasaba las manos por las paredes y el acolchado, sintiendo que se había creado una distancia enorme e inverosímil en medio de la noche, entre el cuerpo desacomodado y lo cotidiano.
    un abrazo grande amiga!

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