El otro día, en IOMA, leí esto: “Apenas eso: llovía fuertemente y ella estaba viendo la lluvia y mojándose toda.
Qué simplicidad.
Nunca había imaginado que una vez el mundo y ella llegasen a ese punto de trigo maduro. La lluvia y Lori estaban tan juntas como el agua de la lluvia estaba ligada a la lluvia. Y ella, Lori, no estaba agradeciendo nada. Si no hubiese, enseguida de nacer tomado por casualidad y forzosamente el camino que había tomado -¿Cuál?- y habría sido siempre lo que realmente estaba siendo: una campesina que está en un campo donde llueve. Ni siquiera agradeciendo al Dios o la Naturaleza. La lluvia tampoco agradecía nada. Sin gratitud o ingratitud, Lori era una mujer, era una persona, era una atención, era un cuerpo habitado mirando la lluvia pesada caer. Así como la lluvia no era grata por no ser dura como una piedra: ella era la lluvia. Tal vez fuese eso, pero exactamente eso: viva. Y a pesar de apenas viva era de una alegría mansa, de caballo que come de la mano de la gente. Lori estaba mansamente feliz”.
Fue el bono C más lindo que retiré en mi vida.
Qué simplicidad. Clarice arremetió ahi, en el medio de las esperas. Lo de la felicidad mansa me lo debe, se lo queda todo Lori, porque en lo que a mí se refiere me sentí como ella pero antes, como la primera vez que se metió al mar a las cinco de la mañana y se dejó sacudir y revolear por la ola. Así, despatarrada en medio de IOMA. Cerré el libro por un segundo, Lori había llegado a un punto clave de su viaje (ser punto de trigo maduro con el mundo, releo esta frase y me dan ganas de gritar). Ni por campo, ni por mar. Un viaje cuerpo adentro: buscar estar lista para, agarrar una manzana y dejarla porque un bocado basta, rezarse a ella misa, arder de deseos por Ulises y sin embargo aprender a esperarse. Abrí el libro otra vez. Leí, leí y leí ese párrafo. Lori encuentra pero no le importa qué, porque comprende de a poco que es imposible preguntarse "¿Quién soy?" y no perderse en el intento de responder (¡quiero gritar otra vez!). En la embestida de la ola algunas cosas pierden importancia. Seguí leyendo y si entendía o no entendía no me interesaba. Ahora tampoco. Lori sale a buscar a Ulises para compartir esa lluvia con él y yo me quedo chapoteando un rato en la orilla.